• El/la ahorrador/a tiene derecho a saber de qué modo se está utilizando su dinero; qué proyectos, ideas o empresas se están financiando con él
• Los recursos económicos deben utilizarse con un provecho social, creando empleo, ayudando a la inserción socio-laboral de personas excluidas, servicios de utilidad social...
• Las entidades promotoras no deben centrarse únicamente en la recuperación de las cantidades prestadas o invertidas, sino también realizar labores de apoyo.
• Los recursos económicos deben invertirse en proyectos viables, de manera que no se incurra en pérdidas que defrauden las expectativas de los/as ahorradores/as.
• Una gestión financiera que no persiga fines lucrativos, sino que manifieste una decidida vocación social.
Por todo ello, resulta necesario proponer nuevas formas financieras que den respuesta a las inquietudes de todas aquellas personas que creen en una economía diferente, y que quieren que la utilización de sus ahorros esté en consonancia con sus planteamientos éticos y vitales.
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